NECESIDAD
Necesito decirte que te amo, te amo con el mismo frenesí con el que te hago el amor, te amo con la misma locura que carcome mi ser y con la misma pasión que envuelve mi alma. Necesito decirte que te amo; que te amo con la misma intensidad con la que te desean mis celos, con la tenacidad que empleo en mis sueños y con la misma frívola y débil ilusión que utilizo para mantenerlos.
Necesito decir que te has vuelto una necesidad, una necesidad innecesaria que me asfixia, que me mata, que me comprime el pecho con suspiros y aumenta esta necesidad de ti; ¡maldita de necesidad! Esta maldita necesidad de saber que me perteneces, esta maldita necesidad que se convierte en locura, esta maldita necesidad que en ocasiones me envenena el alma. Necesito decirte que te amo y desprenderme de ella, ella que es solo mía, esta que se sumerge en mis sabanas y me abraza; muda y fría, astuta y serena.
Necesito ser eco y retumbar en tu mente, con la misma vehemencia con la que retumban las dudas en mi mente, con esa estúpida vehemencia con la que el corazón me impulsa a amarte; necesito desprenderme de ti, necesito colgar mi locura e inmolar a mi muda y fría necesidad para por fin sentirme libre. Pero como me despojo de esta absurda necesidad de ti, como me despojo de locura de mis celos, como abandono los besos y como borro las miradas.
Necesito decirte, que necesito sentir esta necesidad de ti, necesito escuchar tu voz bañada en silencios, necesito gastar mi horas amándote, necesito esa necesidad que todos llegan a sentir; esa necesidad de estar ligado a ti, de amar, desear y aborrecer de la idea de poderte detestar. Necesito amarte y sentirme único, necesito amarte con la convicción que de esta forma más nadie te amara, necesito esta necesidad que me enferma, me amarga y me consume. Necesito esta necesidad, pues es con ella que te amo, te vivo, te pienso y extraño.
AUSENCIA
Cae la lluvia y puedo sentir cada gota resbalar por la figura casi irreconocible de quien soy o de quien alguna vez fui, en el calor sofocante de tu respiración.
Cae la lluvia, cae en este inerte pedregal de promesas y besos que nunca tuvieron sentido, pero que nos alentamos a imaginar.
En el estupor de mi mente casi ansiosa de recordar tu rostro, me pierdo en caricias, hambre y deseos de besos que no son los tuyos pero que ya no logro recordar. ¿Serán tus besos? Eso me pregunto, al sentir el leve dulzor de unos labios que se mezclan con el amargo sabor del alcohol que me ha dejado la noche.
Cae la lluvia, cae y se mezcla con el calor y los rayos que despuntan el alba, entonces despierto en el mismo inerte pedregal de sueños en el que no estás, en el que me duele, en el que ya no te necesito.
Lo que guardan los silencios
En la multitud silenciosa y ensimismada, en el bullicio de sus banalidades gritamos ahogados en el ruido insonoro de nuestros ojos, gritamos sin más voz que la oculta en nuestras entrañas y nos extinguimos ante el ensordecedor susurro de nuestras dudas.
Nos ahogamos en el mar casi interminable de dudas que a diario nos acechan, en nuestras realidades que ya no son tan veraces, en la necesidad de ser parte de algo y de nada a la vez. Gritamos lánguidos y sordos, gritamos con la misma piel, con los huesos y alma, gritamos en un intento vano de ser escuchados, asfixiados por esa misma multitud que finge escuchar, pero que es ajena a nuestra verdad.
¡Grita! aún más fuerte, como si te desmembraran, como si calcinaran la inmensidad de tu sonrisa de una forma tan consciente que duele, ¡grita! con la esperanza de quedarte sin aliento y desfallecer, ¡grita! grita aún más fuerte, grita con la piel, con los oídos, con tus manos, con tu ser en pleno.
¡Grita! grita hasta desgarrar la realidad de alguien más, grita aún más fuerte, grita con la idea inequívoca de ser escuchado.
コメント