En nuestra galaxia, la vía láctea, se encuentran aproximadamente 100 mil millones de estrellas, entre las cuales el satélite artificial Kepler ha encontrado una cantidad aproximada de cuatro mil quinientos exoplanetas (fuera de nuestro sistema solar), estos descubrimientos nos hacen levantar la mirada de nuevo al firmamento y reflexionar sobre la inequívoca y extraordinaria relación entre el hombre y la exploración.
Ese impulso en ir más allá, el que nos llevó en la antigüedad al borde de los continentes y pudimos ver los majestuosos océanos, el que nos anima de forma desesperada e impetuosa para aventurarnos en viajes a lugares insospechados del planeta, en explorar el fondo del océano, en indagar en nuestro entorno y en embarcarnos en misiones desafiantes para explorar la inmensidad del universo, es parte de la esencia de la identidad humana y del éxito de nuestra especie.
Este viaje deslumbrante y efímero que desde la física ha tenido fieles guías como Nicolas Kepler, Isaac Newton, Albert Einstein y Stephen Hawking, los cuales han sido entre otros, pioneros en la exploración de nuestro universo, pero ante todo educadores. Y es en esta etapa de sus vidas donde la epistemología permite lograr avances significativos en los distintos campos del aprendizaje y el conocimiento.
Sin la epistemología, que sería de la tarea de explorar, conocer y descubrir el mundo, y sobre todo entender de alguna manera todo lo que está a nuestro alrededor. Esta disciplina que valida el conocimiento de las ciencias y permea fructuosamente la educación para alimentar el proceso de socialización de los individuos.
Es por esto que, como educadores, no debemos dejarnos absorber de la rutina, pero si tomar una postura personal frente al conocimiento para poder generar prácticas educativas con un alto nivel de calidad y lograr que nuestros estudiantes generen un amplio espectro de vinculación con la sociedad.
La epistemología pedagógica en el educador permite conocer el origen de las prácticas educativas en la historia del hombre, su evolución y sus diferentes máscaras según las culturas que han dejado su vestigio en el que hacer como docente, permitiendo en cierta forma adoptar una pedagogía actual y así mismo el docente ser constructo de ella día a día, reflexionando los procesos educativos que permitan proyectar y moldear en cierta forma la educación del futuro.
El docente debe envolverse en una mente exploradora, impulsiva, curiosa y novedosa en todos los procesos didácticos, metodológicos, de enseñanza y aprendizaje, que, junto a la continuidad del estudio de la epistemología, puedan mejorar los niveles socioculturales de los educandos.
El docente debe incubar en sí, un “gen inquieto” que relacione su continua búsqueda por la exploración educativa, que gravite en los estantes de la explicación del “cómo se aprenden las cosas”, “cómo se organiza el conocimiento” sentando las bases para organizarlo; con esta herramienta se deberán tratar temas sociales, para aumentar la percepción y el interés social que contribuyan a la construcción de una mejor sociedad.
Para un docente no debe existir lo desconocido, sólo lo temporalmente desconocido, en su praxis pedagógica debe afrontar los retos en la búsqueda de alternativas innovadoras y creación de soluciones a los problemas y desafíos educativos de esta era, la era del conocimiento, la era de la tecnología; y para esto, un punto de partida es la epistemología de la pedagogía para la educación.
En nuestro país y en nuestra región, se evidencia con urgencia el compromiso que deben tomar los docentes para la adquisición del conocimiento, la comprensión de los hechos y la conexión de los hilos históricos que directa e indirectamente moldearon nuestra cultura y sociedad; esta sociedad que desesperadamente busca líderes que fomenten un cambio sustancial, que logren contextualizar los problemas regionales y busquen soluciones que enfoquen al real desarrollo de este país. Y la única vía correcta que logra orientar esta nueva exploración es la educación.
Para finalizar y tomando una frase de la película Star Trek “El espacio, la última frontera”, algún día llegaremos a la otra tierra, porque es nuestro destino, será nuestro legado, pero no olvidemos que todos estos logros no serán posibles sin el permanente acompañamiento de la educación, la cual deberá romper los dogmas religiosos y políticos, la cual deberá traspasar los límites de la mente humana en cuanto a lo cognitivo y espiritual. Es el deber de cada educador a través de la epistemología y la praxis pedagógica educativa, escuchar, dar afecto y sobre todo crear sueños en los educandos. Porque para el educador “El individuo es la última frontera”
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